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Publicaciones Digitales del Museo Pedagógico de Aragón



La puesta en marcha de un gran Grupo Escolar La puesta en marcha de un gran Grupo Escolar
Año de publicación: Junio de 1936 (Edición digital: 15 de julio de 2013)
Autor: Pedro Arnal Cavero
Editorial: Departamento de Educación, Universidad, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón / Museo Pedagógico de Aragón
Nº de páginas: 14
ISBN:
Precio: Gratuito
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Sinopsis:
A nadie sorprendió que aquel joven, siendo el nieto del maestro de Huerta de Vero y el hijo de quien fue durante décadas maestro de Alquézar, decidiera estudiar magisterio. Los tres –el abuelo, el padre y el nieto– amaban la tierra, el paisaje y a las gentes del somontano. Pedro Arnal Cavero (Belver de Cinca, 12 de marzo de 1884 – Zaragoza, 27 de abril de 1962), nació en el pueblo donde su padre ejercía de maestro, pero muy pronto se trasladó a Alquézar y allí participó en las romerías, en los días de celebración como o cabo d'año o as fogueras de San Fabián. Escuchó centenares de historias, de leyendas y de cuentos que los mayores desgranaban en las noches de nevada, sentados en la cadiera, alrededor del fuego.
Arnal simultaneó los estudios de bachillerato y de magisterio en Huesca. Tras aprobar las oposiciones, obtuvo destino en Artajona (Navarra), donde conoció a Delfina Arambillet, con quien se casaría unos años más tarde. Tras una breve estancia en la escuela aneja a la Normal de maestros de Teruel, le fue adjudicada, en 1910, la escuela de la plaza de Santa Marta de Zaragoza. En 1911, formó parte del primer grupo de maestros españoles a quienes la Junta para Ampliación de Estudios pensionó para que conocieran el funcionamiento y la organización de las principales instituciones educativas de Francia y Bélgica. Por eso, a su vuelta, ensayó algunas de las iniciativas que tanto le impresionaron durante su visita a las escuelas de estos dos países, pronunció conferencias en las que relataba lo esencial de su viaje, y firmó decenas de artículos en la prensa sobre todo lo que podría hacerse en las escuelas de Aragón para aproximarlas a lo que ya se estaba haciendo en las de Europa. En 1921 fue nombrado director del grupo escolar de la plaza de Santa Marta. En 1929, se hizo cargo de la dirección de la escuela que Zaragoza levantó en memoria de Joaquín Costa. Pedro Arnal Cavero dirigió este Grupo Escolar durante los primeros veinticinco años de su funcionamiento, hasta que se jubiló en 1954, siendo el número uno en el escalafón de los maestros españoles.
Junto a su proyección pedagógica, fácilmente se descubre la dimensión ciudadana del director de la escuela Costa, quien colaboró en Montañeros de Aragón, en la Sociedad Aragonesa de Protección a los Animales y Plantas, en el Sindicato de Iniciativa y Propaganda de Aragón (SIPA), en el Ateneo o en la Institución Fernando el Católico. Además fue un incansable publicista que escribió asiduamente en varias revistas profesionales, especialmente en La Escuela Española, El Magisterio de Aragón y La Educación. Mención especial merece la fecunda relación que se estableció entre este maestro y Heraldo de Aragón, donde publicó su primer artículo en 1912 y, el último, unos días antes de su fallecimiento en la primavera de 1962. En sus artículos en la prensa local, se ocupó del somontano, de la montaña, de las costumbres y tradiciones. También fue el encargado de recordar a los lectores, cada febrero, el aniversario del fallecimiento de Joaquín Costa.

Su obra
Aunque guerra civil sumió a este maestro en un profundo silencio pedagógico, ya había escrito, antes de aquella vergonzosa tragedia, varios libros de temática educativa. El primero de ellos, la Cartilla Aragón, impreso en los años veinte en Zaragoza, conoció varias ediciones. También se hicieron dos ediciones de Lecturas (Zaragoza, 1923 y 1927), un delicioso librito ilustrado con los dibujos de los niños de la escuela de la plaza de Santa Marta. La prestigiosa editorial Dalmau Carles publicó Lecturas Estimulantes (Gerona, 1932), un libro muy apropiado para los niños que iniciaban el aprendizaje de la lectura. Asimismo redactó el texto que acompañaba a unas ilustraciones de Luis Mallafré para el cuaderno de geografía aragonesa titulado Apuntes de Geografía. Aragón, (Barcelona, 1936). En el archivo de Pedro Arnal Cavero se conserva Guía de Juventudes, un libro de lecturas para los chicos de los últimos grados de la escuela primaria que no llegó a publicarse.
Por otra parte, trabajó por conservar y recuperar una herencia antropológica, cultural y lingüística que corría el riesgo de perderse. Fue, como él mismo confesaba, andariego y navesante porque en Huesca, decía Arnal, aunque no tenemos mar, vivimos navesando: andando, corriendo, subiendo, trepando... por sendas y vericuetos de las montañas y de los bosques ásperos. Arnal Cavero reivindicó el paisaje, y defendió la necesidad de preservar las costumbres y tradiciones, el vocabulario, los refranes, etc. Así lo hizo en libros como Aragón en Alto. La montaña, el Somontano, la tierra baja (Zaragoza, 1940), en Aragón de las tierras altas (Zaragoza, 1955), en Vocabulario del Alto-aragonés (Alquézar y pueblos próximos) (Madrid, 1944) o en Refranes, dichos, mazadas... en el Somontano y montaña oscense (Zaragoza, 1953).
Los discípulos de don Pedro recopilaron una serie de artículos periodísticos escritos por su maestro, y editaron un grueso volumen misceláneo titulado Del ambiente y de la vida (Zaragoza, 1952).
Arnal Cavero formó parte, desde su creación en 1919, de la Sociedad Aragonesa de Protección a los Animales y Plantas donde realizó una notable labor divulgativa como puede comprobarse en el libro Por los seres indefensos (Zaragoza, 1960).

La puesta en marcha de un gran grupo escolar
Además de sus frecuentes artículos en la prensa pedagógica aragonesa, Pedro Arnal colaboró en la Revista de Pedagogía, fundada en Madrid en 1922 por Lorenzo Luzuriaga, inspector vinculado a la Institución Libre de Enseñanza. La Revista de Pedagogía fue el órgano de introducción y difusión de los principios de la Escuela Nueva, y la publicación periódica más importante de las primeras décadas del siglo XX, tanto por la entidad de sus colaboradores como por la modernidad de sus contenidos. La colaboración de Arnal en la Revista de Pedagogía se inició con un trabajo titulado «Los cuadernos escolares» (junio, 1926) en el que exponía las ventajas de su uso y expresaba el convencimiento de que se convertirían en un medio idóneo para transformar la antigua escuela, verbalista y árida, libresca y rutinaria, en una escuela moderna, agradable, alegre, reflexiva y educadora. Dos años más tarde, dedicó un artículo a «La escuela activa y la actividad extraescolar» (junio, 1928). En colaboración con Francisco del Olmo Barrios, encargado del laboratorio Psicotécnico de Orientación Profesional de Zaragoza, firmó un artículo titulado «Contribución al estudio de la personalidad según el método del Dr. Mira» (septiembre, 1930), basado en los resultados de una investigación realizada con los niños de la escuela Costa. En «La selección del Magisterio. Sugerencias de los Cursillos» (octubre, 1932) se mostraba muy crítico con el procedimiento ensayado durante la II República para sustituir a las clásicas oposiciones. Para finalizar, en junio de 1936, relató en «La puesta en marcha de un gran grupo escolar» la organización del Grupo Escolar Joaquín Costa de Zaragoza y la ilusión que despertó en los niños y en los maestros formar parte de aquella activa comunidad educativa.
Desde que en 1923 el arquitecto Miguel Ángel Navarro anunció en la prensa las líneas esenciales del futuro edificio dedicado a Joaquín Costa, Pedro Arnal hizo sugerencias en artículos y conferencias sobre lo que debería ser esa escuela. Entre otras cosas, recomendaba que se diera a conocer el proyecto a la ciudadanía; que se cuidara del mismo modo el patio de recreo que los espacios destinados a las aulas; que se seleccionase rigurosamente al profesorado que allí iba a trabajar; que la escuela contara con dependencias como laboratorios, biblioteca o despacho para el médico, exigidas por la moderna pedagogía; que se diseñaran minuciosamente los programas que iban a impartirse; que se estableciera un reglamento de funcionamiento que guiara a niños y maestros, o que se eliminara del entorno de la escuela todo aquello que pudiera perturbar el desarrollo educativo de los niños. Insistía en que lo más importante no era el edificio, sino el grupo de maestros y de niños que en él iban a convivir porque el Grupo Escolar Joaquín Costa era, fundamentalmente, un gran grupo humano, una treintena de maestros y más de mil quinientos alumnos.
Pedro Arnal Cavero era el director de la escuela Costa, el apasionado cronista del somontano, el colaborador durante cincuenta años de Heraldo de Aragón, el maestro que todas las primaveras acudía con un grupo de niños de la escuela a los pinares de Torrero para matar la procesionaria. Es cierto que recibió grandes muestras de reconocimiento entre las que podemos destacar la medalla de plata de la ciudad de Zaragoza; que se diera su nombre a algunas calles (en Zaragoza, en Huesca y en Alquézar), a una biblioteca infantil, a un puente que une las dos orillas del Canal Imperial de Aragón a su paso por los pinares de Venecia, a un colegio público y, más recientemente, al premio que otorga el Gobierno de Aragón a las obras escritas en aragonés. Dos homenajes honrarían especialmente a este maestro: ser nombrado, tras su jubilación, en el Boletín Oficial del Estado, director honorífico del Grupo Escolar Joaquín Costa, y que Alquézar le distinguiera con la consideración de Hijo Adoptivo.

Víctor Juan
Director del Museo Pedagógico de Aragón
AYUNTAMIENTO DE HUESCA Y GOBIERNO DE ARAGÓN

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